16/12/08

28/11/08

Exte - Hair Extensions, de Sion Sono

Mentiría si no reconociese que la producción de Exte - Hair Extensions (Ekusute), la penúltima película de Sion Sono, me recordó en un primer momento al caso de Wisit Sasanatieng y The Unseeable. Es decir, descubrir como afectaría a la obra de autor de un cineasta de culto un trabajo que en apariencia no difiere demasiado de un encargo. Una firma personal para un libreto que responde a los tópicos del cine asiático de terror que inunda las pantallas de Occidente desde hace prácticamente una década. Desde luego, aquel primerizo trailer apenas si nos permitía distinguir los rasgos marca de la casa que han hecho de Sono un creador tan respetado como vilipendiado. Pero el director de la salvaje Suicide Club no podía fallar a sus incondicionales y el resultado final, una apoteósica vuelta de tuerca al J-Horror, deja el regusto de un divertimento inteligente y estimulante en el que Sono se reencuentra con el drama perverso y escabroso, aunque con mayor autocontrol que en esa enloquecedora obra maestra que es Strange Circus.
El punto de partida es realmente sencillo y aunque recupere para la posteridad todo el prototípico festín de maldiciones, muertes aterradoras y heroínas en apuros, lo cierto es que Sono nos da un respiro y modifica maliciosamente algunos parámetros del esquema enlazando dos historias paralelas que no tardan en converger. Por un lado, Gunji Yamazaki, el encargado de una morgue, un pobre desgraciado al que interpreta el veterano Ren Osugi, un eterno secundario que podemos encontrar en los créditos de algunos de los títulos más significativos de Takeshi Kitano, Shinya Tsukamoto o Takashi Miike. Desde los primeros minutos, Yamazaki no oculta su más oscuro objeto fetiche: el cabello femenino. Su condición laboral le permite coleccionar las caballeras de víctimas de accidentes, asesinatos y otros crímenes terribles que guarda como si de trofeos se tratase en su mísera vivienda. Sono nos sumerge en la profanación impune de los cuerpos y en el escalofriante museo de muestras de pelo que ostenta orgulloso un tipo cuya única máxima en la vida es hallar la belleza perfecta encarnada en mechones y trenzas sedosas y suaves. Y la hallará, pero como nunca lo hubiese imaginado, en el cabello de una joven víctima del tráfico de órganos que la policía descubre en el interior de un gran container en el puerto.
Remitiendo directamente a las sagas de fantasmas que regresan con anhelo de revancha, la chica manifiesta su deseo de venganza a través de unos cabellos que no dejan de crecer con vida propia (¡incluso sangran al ser cortados!) y que se convierten en su brazo ejecutor impasible. Yamazaki, entre la fascinación erótica y las aspiraciones megalómanas, alcanza la posibilidad de materializar su sueño, inundando literalmente el mundo de aquello que considera lo más sublime.
Algo similar a lo que pretendía el personaje central del “Tetsuo” de Tsukamoto pero intercambiando el apocalipsis metálico-industrial por un cataclismo capilar. Vesánica premisa ésta, ¿verdad? Pero Sono no podía olvidar su pasión por el drama malsano y morboso, hecho que queda demostrado en la segunda línea argumental del film , la que protagoniza Chiaki Kuriyama, la icónica lolita Go Go Yubari del Kill Bill volumen 1 de Tarantino. Kuriyama asume en la desmedida función el rol de Yuko Mizushima, sufrida aspirante a estilista y peluquera de alto nivel a la que las circunstancias obligan a acoger a su sobrina en el piso que comparte con su amiga Yuki. La pequeña Mami es fruto de un embarazo no deseado que la ha situado en el centro de una espiral de malas tratos y vejaciones psicológicas por parte de una madre incapaz de discernir entre un ser humano y un juguete que utilizar como mero pasatiempo. En dicha situación, Yuko decide hacerse cargo de la niña cuyos sorprendentes comportamientos revelan poco a poco una infancia atroz y carente de afectos. Es sólo cuestión de tiempo que ambas tragedias se crucen en un desenlace infernal.
Con este disparatado planteamiento, el film podría haber discurrido por terrenos excesivamente obvios o desafortunadamente absurdos. Pero el peculiar toque de su realizador permite al espectador debatir sobre la conveniencia de considerar ésta una parodia del género, un giro propio de un lunático obsesivo o una pieza que no desentonaría para nada en los lugares comunes del resto de su filmografía. Porque Sono recoge los estereotipos efectistas y los pervierte a costa de números musicales bizarros, efectos visuales surrealistas y punzantes de lo más resultones y un humor macabramente festivo (la peluquería donde trabaja Yuko se llama Gilles de Rais. Y todo ello con el peso dramático de un suceso tan sórdido que ruborizaría a toda la generación del torture porn. Recordemos que la chica que desencadena toda la ira sanguinaria a lo largo del metraje había sido víctima de un secuestro y posterior robo de órganos en un país cuyo origen desconocemos en todo momento pero que no distaría de la Europa del Este fantaterrorífica descrita por Eli Roth en su doble entrega del díptico Hostel. Pero en este caso, los límites de la miseria moral y la estética feísta y nauseabunda se rebasan por completo en una escena sucia y grosera en la que asistimos a la mutilación de la joven a manos de unos sujetos que no dejan de sonreír y fumar mientras disfrutan de la espeluznante disección. Puro horror.
La otra cara fatalista de la narración viene de la mano de otro retrato de vínculos familiares totalmente quebrados que incluyen algunos de los excesos del compendio de patologías expuesto en Strange Circus, una película que a diferencia de ésta no hacía una sola concesión a los elementos agridulces ni a la mesura, al contrario, era el éxtasis de las más descocadas parafilias imbuidas en un marco de estilo rococó. Ello no impide a Sono incluir en la trama humillaciones, enajenación, sumisión y abortos traumáticos que juegan a la perfección sus bazas junto al desfile de sangrientos y simpáticos FXs. Como mínimo la diversión está garantizada, lo suficiente como para que el jurado del ahora tan popular Fantastic Fest de Austin la premiará por todo lo alto. Aunque esperemos que la venidera Love Exposure sea un nuevo paso en su vena más retorcida y sicalíptica, ésa en la que el pavor y la incorrección moral se funden con la exhibición sadomasoquista de las penurias humanas.
Crítica de David López González

Trailer de Love Exposure


Takahiro Nishijima, Hikari Mitsushima y Atsuro Watabe protagonizan Love Exposure (Ai no mukidashi), un drama escrito y dirigido por Sion Sono (Suicide Club).
Omega Project financia esta película cuyo personaje principal es Yu, un joven voyeur que está enamorado de una chica llamada Yoko. La familia de Yoko pertenece a una secta religiosa y siendo Yu hijo de un sacerdote católico, el conflicto religioso entre ambos es inevitable.
La web oficial de Love Exposure, ya dispone de algunos contenidos, como información acerca del equipo artístico y técnico, así como algunas imágenes de producción. En cualquier caso, en YouTube circulan algunos clips en los que podemos ver a Sono en su casa visionando fragmentos del film, a la par que comenta que es su mejor trabajo hasta la fecha.
Séptimo vicio

26/11/08

El japonés Makoto Aida, un artista total

Makoto Aida 会田 誠 nace en 1965. Es uno de los artistas más interesantes y polémicos de Japón. Reside tanto en Tokio como Nueva York. Con 35 años, Aida ha cubierto la mayor parte de los ángulos artísticos, con un obra que incluye manga, pintura, vídeo e instalación, ejecutada con una tan amplia gama de calidades expresivas que resulta difícil pensar que parten del mismo artista. El resultado: pinturas técnicamente brillantes, trabajos en tinta, óleos expresionistas, vídeo, escultura y colaboraciones con estudiantes.
El trabajo de Aida puede ser clasificado en tres áreas: política japonesa y poder, estética japonesa y belleza y relaciones con el Oeste. Aida ha expuesto Una Máquina de Suicidio Falsa, construyó un castillo de cartulina para el Shinjuku sin hogar y ha realizado una serie espléndida de pinturas fingidas de niños sobre temas como la Naturaleza y Ser Puntual.

12/11/08

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